Acerca de la movilidad alternativa y la cara a la galería

Ser un pionero, o en inglés “early adopter” no es nada económico. Respecto a los coches, menos. Cuando aparece una tecnología muy eficiente y novedosa no suele tener un precio accesible. Tenemos el ejemplo perfecto en los primeros coches con Stop&Start (años 90), o los híbridos, o los eléctricos.

¿Se trata de conciencia ecológica real o de simple imagen? Veamos ejemplos. Jack Nicholson conducía un prohibitivo coche de hidrógeno en 1978, os lo contamos hace cuatro años por aquí. Tom Hanks conduce un Toyota RAV4 EV de primera generación, de los que se salvaron de la “quema”. Scarlett Johansson conduce un Toyota Prius. Leonardo Di Caprio tiene un Tesla Roadster y un Prius, etc.


Para estos personajes, grandes conocidos, el precio no supone una barrera de acceso para este tipo de vehículos. Para la señorita Johansson, por ejemplo, le cuesta el mismo esfuerzo comprar un híbrido que a nosotros comprar una pipa de girasol. Se lo pueden permitir sin ningún problema, el ahorro ni se mira, total…




Famosos aparte, gente con un alto poder adquisitivo tampoco tiene problema en tener coches de estos. Cito como ejemplo cierta familia norteamericana, los Kramer, que tienen un Toyota Prius convertido a enchufable, un Chevrolet Volt y un Nissan Leaf en su casa (más información). Más de 100.000 dólares en coches.

Ojo, no digo que no carezcan de otros medios de locomoción más “interesantes”. En el lado opuesto tenemos la polémica que causó la colección de Hummer que poseía Arnold Schwarzenegger (vamos, el chuache), a la que acabó renunciando en aras de la corrección política y la imagen.

No solo de famosos va el tema, también tenemos a empresas que por cuestión de imagen adoptan estos medios de transporte. Por ejemplo, el Grupo Pascual se hizo con una flotilla de 500 Toyota Auris HSD, y las empresas energéticas están comprando coches eléctricos independientemente de su alto coste/utilidad.

El caso es que sin estos pioneros, el camino hacia la movilidad limpia de forma masiva sería más tortuoso. En su día, Mel Gibson tuvo un General Motors EV-1, de esos que acabaron hechos cubitos. Seguramente lo seguiría utilizando hoy sin mayor problema. Y en el garaje podría seguir teniendo otros “carrazos”.

Cuestión de imagen o de concienciación real, no dejan de ser un escaparate en el que se mira toda la sociedad. Antes el actor de Hollywood apuesto que fumaba era un tío guay. Ahora no. Antes el tipo duro de pelis de serie B iba sin cinturón ni reposacabezas, y hasta eso empieza a cambiar. Son otros tiempos.

¿Apariencia o creencia sincera? Estamos ante un interesantísimo debate.

(Vía JAVIER COSTAS //  motorpasion.com)

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